
Vistas espectaculares de todo el valle, en lo más profundo se adivina el cauce del río Fraile aunque no podemos verlo por lo adusto de la maleza. Iniciamos lentamente el descenso que nos llevará hasta el mismitico río, un descanso para avituallar, unas foticos para perpetuar el momento. Unas risas para celebrar que estamos disfrutando de amigos y de bici.
Siscar, el nuevo, nos hace una demostración de como vadear un río justo por el medio. Sin miedo a las trampas que los malditos gringos van sembrando para acabar con nuestra amada revolusión. Posteriormente y animado por su ejemplo, vuestro Comandante Ortiga metería los pies hasta la rodilla en el líquido elemento. La ruta se convierte en un rompepiernas donde se alternan subidas y bajadas. En un momento dado hay que sumergirse en la intrincada selva pues el camino ha desaparecido. Media hora de lucha a muerte donde nuestras piernas acaban bastante maltrechas pero que superamos, afortunadamente antes de que caiga sobre nosotros la noche. Llegamos a los coches ya con las luces de nuestros faroles tililando sobre las bicicletas. Un cambio de ropa, unos abrazos, cargamos y salimos de regreso a nuestros hogares. Solo queda preparar una buena justificación para conseguir el próximo bonobici.